lunes, 21 de septiembre de 2009


Me duele amarte
sabiendo que ya te perdí
tan solo queda
la lluvia mojando
mi llanto & me hablará de ti
me duele amarte
los sueños que eran para ti
se pierden con cada
palabra; con cada momento
que esperé vivir
me duele más imaginar
que tu te vás
& dejarás detrás
de tí; tu ausencia en mis
brazos, me duele tanto sospechar
que ni tu sombra volver
para abrigar mi alma
en pedazos.
Me duele amarte así
hasta morír,
lanzándome a la nada
viéndote partír.

domingo, 20 de septiembre de 2009


Porque siempre estarán en mí Esos buenos momentos que pasamos sin saber, Que un amigo es una lúz brillando en la oscuridad, siempre serás mi amigo; no importa nada más.


No importa donde estás si vienes o si vas la vida es un camino, un camino para andár; si hay algo que esconder o hay algo que decir, siempre sera un amigo el primero en saber.




Te Amo Hermanito.

No eh podido borrar las huellas que dejó en
que no eh podido arrancár lo que por éL sentí .

jueves, 17 de septiembre de 2009


Los hombres; viven del olvido
Las mujeres; de recuerdos.

jueves, 3 de septiembre de 2009




El amor no tiene cura
pero es la única cura para
todos los males.

No importa donde estás si vienes
o si vás; la vida es un camino..
un camino para andár .

martes, 1 de septiembre de 2009


Hay recuerdos que no voy a borrár ; personas que no voy a olvidár...
FIN DE LA PRIMARIA Y COMIENZO DE OTRA HISTORIA

Con el delirio de carpetas rotas y papeles planeando en la brisa suave de noviembre, apenas
nos damos cuenta que se termina una etapa de la vida en que se experimentan cosas difíciles de contar y de entender luego del paso inclaudicable del tiempo.
Atrás quedan compañeros inefables, profesores y preceptores que a veces desencajan en el
contexto de la adolescencia. Con aprendizajes, algunos forzados y otros buscados por iniciativa
propia, de materias que no enseñan en ningún colegio.
De los profesores, buenos o malos, siempre queda un recuerdo que se va borroneando de a
poco hasta llegar a idealizarlos como personas comunes y macanudas, con algún que otro defecto
pero todos sobrellevables, menos esa vieja de Matemática que nos mantuvo todo el año en vilo con la promesa de enseñarnos al finalizar las clases el esperado "Teorema de la gallina". La tipa se hizo la graciosa y simpática durante todo el año y en cuanto tenía una oportunidad prometía entre risas exponer dicho teorema, que todos esperábamos con ansiosa curiosidad. Pero resulta que a la tarada se le ocurre enojarse por una pavada el último día de clase, cuando estaba exponiendo la hipótesis e inmediatamente se agarró de esta excusa para suspender de manera tajante la explicación. Nunca más supe en qué consistía el teorema, y la duda me queda hasta ahora. Por eso prefiero a los profesores serios pero honestos y no a los que escudados en una simpatía mentirosa para quedar bien con el alumnado, finalmente muestran la hilacha y se presentan como realmente son, unos hipócritas que sólo enseñan a ser mentirosos y falsos.
No como ese profesor, de Prácticas de Química Inorgánica, que a pesar de que estaba
bastante viejito y fumar como un condenado, sabía perfectamente que le afanábamos los cigarrillos de su delantal siempre colgado en el perchero, pero no decía nada y nos dejaba fumar a escondidas haciendo como que estaba en otra cosa, como corresponde a todo hombre de bien que conoce a fondo la psicología estudiantil.
También pasa a ser historia el inolvidable viaje a Córdoba, con amigos y compañeros con los
que nos prometemos seguir viéndonos pero que después, absorbido por la vida real, se van
evaporando hasta desaparecer y quedar algunos pocos, a veces nada más que porque viven cerca. Ese viaje merece ser recordado en todos sus momentos, pero de todos los delirios y locuras. Se terminan las charlas en la plaza cercana, los bléiseres con un olor a pucho que apestan, los atardeceres eternos en el bar del club donde sentados con otros pibes que intentaban ser creativos nunca pudimos componer una canción entera, más allá de algunas netamente picarescas que luego cantábamos en el buffet e intentábamos enseñar al resto sin éxito.
Como por arte de una magia nefasta no me doy cuenta que mi abuela ya no me va a cocinar
los guisos apurados del mediodía, ni la voy a poder atormentar más con Rakim & Ken a todo volumen, ni mi vieja va a dejar pasar más que sabe que estuve fumando a escondidas pero no dice nada. Y todos esos amores tan pasajeros como olvidados y truncos pasan a ser nada más que recuerdos, y eso que en su momento cada uno fue fundamental.
Al llegar a este momento veo que, como en el teatro, vivimos cosas que nos marcarán para
el inmenso resto de lo que queda de vida, tristezas, alegrías, felicidad, angustia. Pero ahora ya no
importa. Ya pasó
.
Después de los festejos cervezales en los jardines de Palermo, el retorno a la puerta de la
escuela para dar el último adiós burlón a un edificio que nos mira irónicamente porque sabe que se termina la fiesta, me despido alegremente de los pocos que quedan todavía cuando ya cae la noche en Buenos Aires y comienza el ansiado viernes. Otro viernes de aventuras deambulando por calles viejas de Ramos o de Flores, intentando una vez más seguir el ritmo de la plástica música pop para aparentar estar a la moda, intentando seguir a Matías en su descarada locura de verano.
Me tomo el último 109, miro por la ventanita y todo sigue igual, indiferente. El Plato Volador
con su submundo amenazante, gente corriendo por todos lados en Lope de Vega y Beiró, otros
colectivos de colores variados, de filetes antológicos que pasan en todas direcciones, ruido de música lejana que seguro sale de la pizzería de la esquina, las luces de mercurio que iluminan a medias, paso la General Paz y se desvanece el bullicio para dar lugar a otro tipo de inquietud, la sombreada animosidad del suburbio, del Gran Buenos Aires con baches pronunciados en la Avenida Alvear, rápida y peligrosa, sobre todo de noche. Paso la cancha de golf, lugar de históricas gestas deportivas, la escuela de mi primaria, Dr.Dalmacio Velez Sarsfield, que sigue ahí y que después de mucho tiempo me doy cuenta que todavía existe, no sé porqué me doy cuenta justo ahora, paso la placita oscura con hamacas rotas y abandonadas y se acerca mi parada, un par de cuadras antes me levanto del asiento y me paro frente a la puerta trasera, toco el timbre, se abre la puerta y me largo a la calle con lo que queda de mis libros y la corbata en la mano, al bajar veo que el 109 me hace un guiñe con la lucecita de la derecha, no sé si porque va a doblar o a manera de despedida, porque sabe que es la última vez que me va a ver con el bléiser que ya se muere, llego a casa, no veo a la concheta en la vereda de enfrente, sí a mi abuela que me espera por última vez en la puerta, entro y mi mamá me cuelga por última vez el bléiser en el ropero, el atado de Marlboro está en el bolsillo interior. Pareciera que ya soy grande, pero la vida recién empieza..

No sueltes mi mano; debes entender
lo mucho que significa
que estés aquí junto a mí.

Será tu forma
de bailar
regue lento
o la manera
que menas
todo tu cuerpo